Mi cuerpo de nuevo se entume, enmudece. A veces sólo recordar un ojo, una pestaña, una semisonrisa dislocada, provoca un leve crujido, a madera vieja y humedecida.
Poco queda para admirar en casa. Estoy tan desnuda como una pared blanca. Esa que aún ahora atina a mirarme inmensa y vacía, callada...siempre callada y húmeda. Y entonces me siento piedra o brizna,polvo,llovizna.
Afuera las sábanas al sol parecen aves. Inmensas alas que abrazan el aire. Juego a que me acarician. Luego de nuevo, huyen de mis manos, esas que anhelan entregar caricias, esas que entretejen sueños con lentejuela y a veces con espinas. Ese par de palomas que parece que agonizan. ¡Si morir de una buena vez pudieran!
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Hace 4 semanas
2 comentarios:
Hola Vidita
Creo que todos tuvimos esa etapa en nuestras vidas en que nuestra casa era como una prisión, y nuestros pensmientos y sueños querían escapar por la ventana.
Bello texo mi querida maestra.
Gracias Enrique! a mi de niña me gustaba mucho jugar entre las sàbanas mientras se secaban en el patio y tengo ese sueño de manera recurrente :)
Me alegra que te haya gustado. Nos debemos unos mojitos :P
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