martes, 1 de junio de 2010

Otra vez a viajar al olvido...

Mi cuerpo de nuevo se entume, enmudece. A veces sólo recordar un ojo, una pestaña, una semisonrisa dislocada, provoca un leve crujido, a madera vieja y humedecida.

Poco queda para admirar en casa. Estoy tan desnuda como una pared blanca. Esa que aún ahora atina a mirarme inmensa y vacía, callada...siempre callada y húmeda. Y entonces me siento piedra o brizna,polvo,llovizna.

Afuera las sábanas al sol parecen aves. Inmensas alas que abrazan el aire. Juego a que me acarician. Luego de nuevo, huyen de mis manos, esas que anhelan entregar caricias, esas que entretejen sueños con lentejuela y a veces con espinas. Ese par de palomas que parece que agonizan. ¡Si morir de una buena vez pudieran!