El libro de
Vigilar y Castigar hace un repaso histórico del uso de la violencia y que como planteo con anterioridad en este blog, comienza tal vez desde que el hombre es hombre.
La primera parte habla del castigo sobre el cuerpo muy usado en la edad media, y se narra el caso de Damiens, un hombre que fue condenado el 2 de marzo de 1757 a “pública retractación ante la puerta principal de la Iglesia de París” “donde debía ser llevado en una carretilla desnudo, y ahí le llevarían sobre un cadalso donde le atenazarían las tetillas, brazos, muslos y pantorrillas, y su mano derecha quemada con fuego de azufre, (puesto con esa mano había cometido el crimen), y sobre las partes atenazadas se le verterá plomo derretido, aceite hirviendo, pez resina ardiendo, cera y azufre fundidos juntamente, y a continuación, su cuerpo estirado y desmembrado por cuatro caballos y sus miembros y tronco consumidos en el fuego, reducidos a cenizas y sus cenizas arrojadas al viento”.
¡Qué bonito, yo creo que los “judas” en México disfrutarían ampliamente de este texto! -espero que se note mi sarcasmo-
Luego Foucault nos describe con lujo de detalles los “errores” para ejercer los castigos que en ese entonces pues eran principalmente sobre el cuerpo, como por ejemplo los caballos que no estaban acostumbrados a jalar pues les ahorraban un poquito el trabajo cortando los nervios y rompieron a hachazos las coyunturas de Damiens para que los caballos pudieran desmembrarle.
El papel del pueblo en este caso es ambigüo, por un lado se llama como espectador, ser testigo es un derecho que el pueblo reivindica, muchas veces el pueblo acompaña el suplicio con gritos e insultos al condenado, pero otras muchas, debido al horror y a la atrocidad de los suplicios, el pueblo apoya al condenado.
Entonces aquí caemos en la contradicción que ya se planteaba en todos los espacios pedagógicos y de los medios de comunicación: ¿la excesiva exposición a la violencia te hace reproducirla? Yo creo que no, y tampoco creo que la “toleres” o la “trivialices”, la violencia es violencia siempre carajo, al menos para el que se concidere aún un “ser humano”, no creo que seamos monstruos.
Entre el siglo XVIII y XIX el cuerpo dejó de lacerarse, ahora la “moda” era la privación de libertad, como podía ser la reclusión, los trabajos forzados, la deportación, penas que recaen directamente sobre el cuerpo, pero a un nivel más psicológico que físico, podría decirse que el castigo recae más sobre el alma que sobre el cuerpo.
No olvidemos tampoco aquí que “si el pueblo se acostumbra a ver correr la sangre, pronto aprenderá que no puede vengarse si no corre sangre”. Esto ya aplicado a nuestro caótico país, pues nos encontramos con situaciones tan sangrientas como las ejecuciones de Elizalde o la del líder de K-PAz por decir algún ejemplo. ¿Qué me dicen del famosísimo “caníval” poeta y hasta seductor?
El castigo entonces se puede ver como una “conjunción entre la lucha contra el sobrepoder del soberano y la lucha contra el infrapoder de los ilegalismos conquistados y tolerados”. El cuerpo humano nos dice Foucault entra en un mecanismo de poder que lo explora, lo desarticula y lo recompone, es una anatomía política que es igualmente una mecánica del poder, define como se puede hacer presa en el cuerpo de los demás, no simplemente para que ellos hagan lo que se desea, sino para que operen como se quiere, con las técnicas, según la rapidez y la eficacia que se determina. El Estado Mexicano ha aprendido a pie juntillas de esto, mas bien todo Latinoamérica. Ejemplos nos sobran: Acteal, Aguas Blancas, ZETAS, Sendero Luminoso, Tupac Amaru, FARC, EPR y un largo etcétera.
La disciplina desde luego es una pieza fundamental, aparte del control de la actividad que procede ante todo a la distribución de los individuos en el espacio, y para ello propone varias técnicas:
• Clausura: en los colegios el modelo de convento se impone poco a poco, el internado aparece como el régimen de educación más frecuente, pero este principio no es constante ni indispensable “ a cada individuo su lugar; y en cada emplazamiento un individuo”
• El empleo del tiempo: se busca sobre todo asegurar la calidad del tiempo empleado• El establecimiento de correlación del cuerpo y del gesto: El control disciplinario no consiste sólo en enseñar o imponer una serie de gestos definidos; impone la mejor relación entre un gesto y la actitud global del cuerpo, que es su condición de eficacia y de rapidez . En el buen empleo del cuerpo que permite un buen empleo del tiempo nada debe permanecer ocioso o inútil.
• La utilización exhaustiva: El empleo del tiempo debía conjugar el peligro de derrocharlo , falta de moral y falta de honradez económica , se trata de extraer del tiempo cada vez más instantes disponibles, se enseña la rapidez como una virtud.
Bueno hasta aqui le dejo porque ya me aventé un mega choro. Espero que mis lectores tengan tiempo de leerlo todo y me manden su posición ante la violencia y como se institucionaliza como mecanismo de control en nuestra vida cotidiana...Acuérdense que el "big brother" siempre vigila y CASTIGA, garrote en mano.