domingo, 30 de marzo de 2008

Jorge Luis Borges: El laberinto de las letras

Los laberintos siempre me han gustado mucho desde niña, yo creo que desde que vi "Alicia en el país de las maravillas" , y de mis personajes favoritos pues esta el gato Cheshire -Chester- y la oruga claro, pues nunca se aclara qué fuma en su pipa si opio o mariguana pues con preguntas tan inmidantes como las que le hace a Alicia; yo creo que la oruga ya andaba bien pacheca.











En lo particular siempre me ha seducido la idea de los universos paralelos, de la realidad alterna que se desarrolla bajo otras reglas, por ejemplo "Phi, el orden del caos" me resultó fascinante, pero algunos me han comentado que la consideran una película muy compleja. Otra que me encantó fue "The cube" por su marcadísima tendencia a desarrollar el pensamiento matemático de la audiencia. Y siguiendo con mi tendencia retro pues volví a leer a Jorge Luis Borges y fue entonces que descubrí todos sus laberintos.



Les deseo que estas lecturas les muestren todos los caminos en los que se pueden perder en un laberinto pero siempre hay una salida. De hecho siempre he pensado que la vida es un laberinto y que las decisiones que tomes a lo largo de ella pueden construir tu propio laberinto, tan complejo o tan sencillo como tú lo diseñes.









"El universo (que otros llaman la Biblioteca) se componte de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales, con vastos pozos de ventilación en el medio, cercados por barandas bajísimas. Desde cualquier hexágono se ven los pisos inferiores y superiores: interminablemente. La distribución de las galerías es invariable".










La casa de Asterión




"Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito) están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de la tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que ho hay una cerradura?"


Para que vean la visión muy particular del maestro Clément sobre el mito del minotauro no se pierdan "El hombre que se convirtió en toro"es una novela grafica extraordinaria de donde tomé la ilustración.

El jardín de los senderos que se bifurcan








"...Por un instante, pensé que Richard Madden había penetrado de algún modo mi desesperado propósito. Muy pronto comprendí que eeso era imposible. El consejo de siempre doblar a la izquierda me recordó que tal era el procedimiento común para descubrir el patio central de ciertos laberintos. Algo entiendo de laberintos: no en vano soy bisnieto de aquel Ts'ui Pên, que fue gobernador de Yunnan y que renunció al poder temporal para escribir una novela que fuera todavía más populosa que el Hung Lu Meng y para edificar un laberinto en el que se perdieran todos los hombres".





El Aleph



"...En la parte inferior del escalón, hacia la derecha, vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño. Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo. Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto (era Londres), vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó, vi en un traspatio de la calle Soler las mismas baldosas que hace treinta años vi en el zaguán de una casa en Frey Bentos, vi racimos, nieve, tabaco, vetas de metal, vapor de agua, vi convexos desiertos ecuatoriales y cada uno de sus granos de arena, vi en Inverness a una mujer que no olvidaré, vi la violenta cabellera, el altivo cuerpo, vi un cáncer de pecho, vi un círculo de tierra seca en una vereda, donde antes hubo un árbol, vi una quinta de Adrogué, un ejemplar de la primera versión inglesa de Plinio, la de Philemont Holland, vi a un tiempo cada letra de cada página (de chico yo solía maravillarme de que las letras de un volumen cerrado no se mezclaran y perdieran en el decurso de la noche), vi la noche y el día contemporáneo, vi un poniente en Querétaro que parecía reflejar el color de una rosa en Bengala, vi mi dormitorio sin nadie, vi en un gabinete de Alkmaar un globo terráqueo entre dos espejos que lo multiplicaban sin fin, vi caballos de crin arremolinada, en una playa del Mar Caspio en el alba, vi la delicada osadura de una mano, vi a los sobrevivientes de una batalla, enviando tarjetas postales, vi en un escaparate de Mirzapur una baraja española, vi las sombras oblicuas de unos helechos en el suelo de un invernáculo, vi tigres, émbolos, bisontes, marejadas y ejércitos, vi todas las hormigas que hay en la tierra, vi un astrolabio persa, vi en un cajón del escritorio (y la letra me hizo temblar) cartas obscenas, increíbles, precisas, que Beatriz había dirigido a Carlos Argentino, vi un adorado monumento en la Chacarita, vi la reliquia atroz de lo que deliciosamente había sido Beatriz Viterbo, vi la circulación de mi propia sangre, vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo".





P.D: Maestro Borges: es probable que aún ande perdido en uno de sus laberintos y ahora que es usted ciego difilmente encuentre la salida. Me perderé a su lado en mis noches frías y delirantes, le ofrezco arrancarme los ojos para poder ver su universo.

2 comentarios:

patricio.betteo dijo...

¿Hay algo como los laberintos? Imposible. Es como un nudo, pero más hermoso.

Vidita dijo...

Hermosos y sublimes así son los laberintos!

Generan adicción señor Betteo, a veces uno se engancha seducido en ellos y los vuelve la constante diaria: amores laberinticos,
vida social laberintica, me fascina el arte kirsh, la musica ecléctica...SOY UN NUDO COMPLETO!!!
ya ni yo me entiendo...